Liderazgo es una palabra de la que se usa y abusa. A menudo se asocia a un determinado puesto en una empresa u organización. Pero ¿el liderazgo se detenta o se ejerce? El lugar ocupado en el organigrama de una empresa puede dar autoridad y poder, pero el respeto y la confianza necesarias para liderar hay que ganárselas. Cuando todo va bien nadie cuestiona la autoridad del capitán, pero en caso de naufragio, quizás sea el cocinero el que asuma el liderazgo.
¿Puede cualquiera ser un líder? o ¿es necesario esperar a estar al frente de un equipo de personas?
Con frecuencia aparecen ocasiones, tal como dirigir una reunión o formar a un nuevo empleado, en las que se requiere ejercer el liderazgo, sin necesidad de un nombramiento formal.
Por otra parte, para ser un líder, es necesario ser capaz de influir e inspirar a otras personas. Dado que la mejor forma de hacerlo es predicar con el ejemplo, y cualquiera puede servir de ejemplo para los que le rodean, no esperes a ocupar un puesto directivo, empieza ya a desarrollar tu capacidad de liderazgo. Deberás seguir ciertas pautas de comportamiento.
Actúas con integridad
Actúas de acuerdo a unos principios y valores. Los respetas, aunque entren en conflicto con tu interés a corto plazo; no tomas atajos. Claro que, para eso, debes tener claro cuales son tus principios y comprometerte a respetarlos. Así mismo, esperas un comportamiento íntegro de los demás. No admites el engaño o el comportamiento abusivo.
Eres confiable y confiado
Si somos consistentes en respetar nuestros principios, nos iremos ganando la confianza de los que nos rodean: sabrán que pueden esperar de nosotros.
No haces promesas que sabes que, probablemente, no podrás cumplir. Cuando dices algo, tu palabra es respetada.
La confianza, es algo que se gana poco a poco, pero puede perderse rápidamente si la traicionamos. La confianza ha de ir en ambas direcciones. Da un margen a los demás, lo que no significa que hayas de ser ingenuo.
Eres respetable
Sólo puedes ser respetable si, a su vez respetas a los demás, especialmente a aquellos que ocupen una posición inferior. No imites a los jefes que parece que no pueden sentirse importantes sin maltratar a su gente. Respeta las opiniones e intereses de los demás.
Comunicas con transparencia
Dejas claro cuales con tus principios. No ocultas tus propios intereses u objetivos. No mantienes una agenda oculta. Transmites la información de forma clara y precisa. No tratas de embellecer lo que es desagradable y das la cara cuando es necesario. Tu mensaje es coherente, aunque lo adaptes a cada receptor, no cambias la esencia.
Asumes tus errores
Todos somos humanos y no estamos libres de cometer errores. Lo más noble es reconocerlo abiertamente y no buscar falsas excusas ni evadirte de tu responsabilidad.
Buscas activamente la opinión ajena
Recibes con empatía e interés las opiniones de los demás
Sentirse escuchado es sentirse respetado.
La solución a muchos problemas la tiene una persona a la que nadie se molesta en preguntar.
Reconoces la contribución y los méritos de los demás
Nunca te atribuyes méritos ajenos. Reconoces el trabajo bien hecho. Agradeces la ayuda recibida, personalmente, y si la ocasión se presenta, en público.
Te muestras positivo
Especialmente en situaciones difíciles, no dejas que caiga el desánimo. Evitas ser un cenizo.
Ayudas a los demás
Eres generoso, no actúas como los que piensan que el éxito de los que les rodean les perjudica. Das feedback constructivo, basado en observaciones objetivas y orientado a la mejora.
«No se trata no de dirigir a otros sino de dirigirse a uno mismo en primer lugar.»