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Por qué las horas extra aumentan la brecha de género

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Las jornadas largas e inflexibles son a menudo lo normal en trabajos altamente competitivos, de mucha presión y altos sueldos. En gran parte esa es la razón por la que hay una brecha de género en Estados Unidos y Europa.

Podría mencionar aspectos como la alta sensibilidad —personas altamente sensibles pueden notarse incómodas en entornos laborales altamente competitivos—, o la ambición por escalar en la empresa. O el techo de cristal. No obstante, la base de la brecha de género tiene un componente que, de tan normalizado, se pasa por alto. De ahí que permanezca el problema.

Hombres solteros o con una mujer que se encargue de la casa y los hijos tienen más disponibilidad para esa tarea imprevista, ese viaje, o ese cliente que llama a las 20 horas, o para mirar asuntos de trabajo un día de vacaciones. No les importa tanto. 

Para las mujeres es distinto; mencionar motivos es redundar.

Es un equilibrio complicado donde el salario puede ser una razón suficiente para permitirse dejar de lado a la familia o la vida personal quizá para los hombres. Aunque sea temporalmente —o de continuo—, al hombre se le tolerará más que a la mujer.

Sin embargo, el salario o el estatus en la empresa puede no ser una razón de peso para las mujeres, por la carga personal y familiar que sigue recayendo sobre ellas. En condiciones así, las mujeres se van a empresas menos exigentes con menores sueldos y menos ascensos, o abandonan el mundo laboral.

¿Qué pasa después? Quien está más disponible a hacer horas extra tiende a valorarse aparentemente como más vocacional o más competente. No necesariamente es así, pero la tendencia es guiarse por lo que se ve sin más, cosas del sesgo cognitivo. De modo que alguien que está presente más tiempo —hola, presentismo— puede ser considerado antes de cara a ascensos y aumentos de sueldo.

Una breve encuesta de 10.000 votos en la red social profesional más popular del mundo dió el resultado de que en España el 62 % de los trabajadores a menudo trabaja más horas de las estipuladas en su contrato y el 23 % a veces. Solamente el 15 % se adhería a su trabajo. La cuestión de relacionar las horas extra con la eficacia de las empresas es una cuestión que hoy mantendré al margen. Este análisis solo aspira a iluminar la cuestión estructural de la brecha de género. Porque mientras que las mujeres tienen la obligación de a partir de un cierto momento salir del trabajo y encargarse del hogar, los hombres pueden seguir trabajando sin culpa.  

Un hombre puede salir del trabajo y encontrarse con la cena hecha mientras que una mujer tiene que hacer la cena. Normalmente la cena no se hace sola. Pero mientras la mujer está haciendo la cena, el hombre sigue en el trabajo, aumentando sus probabilidades de ascender. Y la mujer… ya se sabe. Double win, cena caliente y ascenso, ¿quién querría renunciar a ese confort?

No se habla lo suficiente de las horas extra. Y deberíamos.

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