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Qué hacer cuando el mérito lo tienes tú, y se lo lleva otro

Que el mérito sea nuestro y se lo lleve otro suele ser algo molesto. Además, un “lo siento” no repara siempre el daño: ya está hecho. La razón es que por mucho que en algunas organizaciones el mensaje del trabajo en equipo sea la idea principal, lo que hará que destaque nuestra propia performance en nuestro trabajo será poner en valor también nuestros éxitos individuales y su visibilidad, son cosas que solo podemos hacer nosotros mismos.

No creemos que los jefes en la evaluación anual usen los éxitos del equipo como algo que explique nuestros méritos individuales. Así que cuando estamos en la reunión de los 5 minutos de cada mañana  un compañero coge el mérito que nosotros teníamos y se lo hace propio, las consecuencias para nosotros pueden ser más críticas de lo que podría parecer. Por eso es tan importante que cada mérito vaya de la mano de su éxito, y de nada más, es algo legítimo.

Y en la redacción nos planteamos, ¿qué hacer cuando el mérito lo tiene uno, pero se lo lleva otro?

 


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Nivel fácil: Eulàlia se viene arriba y expone tu idea antes que tú. Lo más probable es que no tuviera mala intención, en ese momento se vino arriba y no lo pensó. La conoces y decides darle margen, eso está bien, pero díselo. En cuanto digas: “Somos varios pensando en el procedimiento de mejora de la experiencia de usuario. Mi idea, como ha introducido Eulàlia, es añadir mensajes a la web que varíen según el momento del día”, si Eulàlia es buena gente, se dará cuenta y no se opondrá.

Nivel medio: Xavier en medio de la reunión expone en voz alta los logros o las ideas que son mérito tuyo. Todos en la oficina saben que a Xavier le gusta trepar (o lo notáis), así que esto ya no es puntual. Ahí poner mala cara o mirarle mal no es la solución, sino intervenir rápido, aunque eso implique que en la reunión no se pase al siguiente punto: “Para aclarar lo que Xavier estaba intentando explicar, este es el plan de acción que propuse en la reunión previa. El cliente tiene esta necesidad, y vamos a satisfacerla contando con esto y lo otro”. Es necesario no parafrasear lo que ha dicho Xavier, sino decir lo que ni siquiera el propio «Xavi» sabe. De modo que la idea y el mérito vuelven a su dueño.

Nivel difícil: Uno de tus jefes ha cogido tu mérito. Exponerlo y exponerte en público no nos interesa; aquí la conversación se gana en privado. Piensa también que en este caso probablemente, si eres tú quien saca adelante el trabajo, las ideas están en tu cabeza. Cuida de no caer en una competencia con las personas que están en un cargo superior al tuyo, porque en este caso no necesariamente has perdido la batalla. Ganas cuando las ideas principales, y los detalles decisivos siguen dentro de tu cabeza, y los aportas en el momento adecuado. No ganas cuando te sientes amenazado y adoptas una actitud pasivo-agresiva o de ocultar información, o de decidir enviar emails en lugar de hablar.

Ahora bien, esto no es todo. En la redacción somos muy atrevidos y para poder resolver cualquiera de las tres situaciones, dentro de lo razonable, hemos pensado en tres claves:


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1 No dejes el momento pasar. Aunque suene violento, aunque te dé vergüenza, aunque temas sonar como un histérico.

2 Antes de susurrarlo al oído de tu compañero, dilo tú. Y antes de decirlo, piénsalo tú, madúralo. Pensar significa examinar, exponer, y ser la persona capaz de responder las preguntas que vengan. A veces tememos exponer nuestras ideas por miedo a quedar en ridículo, pero esto es consecuencia de que tú creas en ti, pero tu cabeza en realidad no. Date la oportunidad de liberarte de esas creencias limitantes. Si ves que necesitas ayuda en eso, no dudes en consultar los servicios de Dévé.

3 Ante alguien como Xavier, el asunto no se termina de resolver en la reunión. Hay una parte de la batalla que es pública y una parte que es privada. Tras el conflicto público, la charla privada consiste en tener a Xavier en privado y decirle: “Xavi, yo respeto tu trabajo y lo que aportas al equipo y a lo que estamos haciendo. Pero si vuelves a quererte llevar el mérito de mi trabajo, yo diré las cosas tal y como son”. En este momento no hay sitio para amiguetes, porque se lo debes dejar claro. Por supuesto, sin amenazar, con un tono asertivo. Esto es importante. Después, cierra la conversación, escucha lo que te tenga que decir, pero mantente firme porque puedes tener delante a una persona que quiera que encima te disculpes. No cedas, no bajes la guardia.

4 Si ves que esta práctica es común en tu organización, y que no pasa solo contigo, sino con los demás,  piensa que no tienes por qué aguantar eso. No estás solo. En la redacción nos hemos encontrado con miles de ejemplos parecidos. Es señal de inmadurez en una empresa, fruto de una mentalidad de escasez en muchas ocasiones. Quizá es una señal para que actualices tu CV y vayas planificando tu próximo movimiento.


Imagen: pexels

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