La brecha digital es la limitación en el acceso a las nuevas tecnologías que padecen diferentes grupos sociales. Esta misma ha aumentado y evolucionado desde de la pandemia de Covid-19, y se espera que sufra nuevas vicisitudes este año por el boom de la inteligencia artificial.
El problema de la brecha digital
Uno de los primeros en ahondar en este nuevo conflicto social de manera profunda y analítica fue Hebert Schiller, un sociólogo estadounidense muy interesado por temas como la comunicación en masa, el acceso a la información, el imperialismo, la dominación cultural y por supuesto, la fractura digital.
A este autor se le atribuye el término de Brecha Digital, acuñado en Information Inequality (1996). Aunque cabe destacar que el predecesor directo de este conflicto es el acceso a la información, ya analizado profundamente durante décadas.
La desigual social existe en múltiples formas, una de las que más preocupa en los últimos tiempos es la estratificación digital. No parece tan importante como otros derechos humanos, pero lo cierto es que este hecho implica otras dificultades. Los marginados digitales pueden verse desarraigados del mercado laboral, la comunicación, la información y otros accesos sociales básicos.
Analfabetismo digital y las diferentes formas de desigualdad
No debe confundirse brecha digital con analfabetismo digital. Mientras la primera hace alusión a la restricción del acceso a las TICs por diferencias geográficas, socioeconómicas, generacionales, étnicas, políticas o de sexo, la segunda se refiere a la incapacidad de hacer uso de las TICs a pesar de tener acceso a ellas.
José Van Dijck, una investigadora y autora neerlandesa especializada en la comunicación, los medios y la era digital, configura esta diferencia entre los términos de una forma diferente. Ella menciona cuatro dimensiones del acceso a las TICs:
- La motivación para acceder. Dada también por la poca adaptación al cambio en adultos mayores. Lo que es entendible, dada la vertiginosa velocidad con la que cambian las cosas.
- El acceso material. Esto se da por situaciones socioeconómicas, en donde grupos sociales son incapaces de acceder a dispositivos que le permitan una inclusión digital digna.
- Las competencias para el acceso. También conocida como analfabetismo digital.
- El acceso para usos avanzados. Esta brecha digital es más amplia que la convencional, ya que muchos están capacitados para utilizar un smartphone, pero no todos son capaces de diseñar un sitio web, programar u otras competencias. Esto está vinculado directamente con la educación y las políticas públicas de inserción laboral.
Por lo que vemos entonces, el abismo digital no solo se da por el alcance del acceso, sino también por la calidad del mismo. Quienes tenga mayor ancho de banda, una mejor infraestructura comunicacional en su ciudad o equipos más apropiados tendrá mayores oportunidades de alcanzar conocimientos y prácticas inalcanzables para otros.
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La brecha digital en 2023
En este año se espera que siga aumentando la demanda de habilidades tecnológicas en las empresas. Cada vez son más las herramientas digitales que se utilizan en los diferentes rubros. La pandemia trajo consigo una adaptación forzosa para muchos empleados que debieron acudir a las herramientas digitales para poder seguir trabajando desde casa. En otros casos, muchos se vieron desempleados por no tener las capacidades necesarias.
En los últimos años han surgido nuevos puestos de empleo relacionados a las TICs: community manager, copywriter, influencer, especialista en SEO o marketing digital, diseñador web, analista de big data, experto en blockchain, entre otros. Además de las adaptaciones que han surgido los trabajos convencionales y la adquisición de nuevas tecnologías para actualizar y automatizar su funcionamiento.
Hoy en día se habla mucho de la Inteligencia Artificial, que puede ser capaz de automatizar muchas de estas tareas. Lo que puede implicar una nueva fractura digital incluso para los jóvenes.
¿Cómo salir del abismo digital?
Una alianza estratégica entre el sector público y privado para proyectar políticas públicas que incentiven la inserción digital sería un buen comienzo para sortear la brecha. Las universidades deben actualizar sus carreras constantemente para poder acompañar la evolución de las nuevas tecnologías de la comunicación e información y la demanda de estas en el mercado laboral. La capacitación en habilidades digitales debería proyectarse desde las escuelas primarias en adelante.
Pero para alcanzar esta utopía de la sociedad de la información, es importante aparejar la brecha entre otros derechos humanos y buscar el bienestar de diferentes grupos sociales en todo el mundo. Es difícil seguir el ritmo de la evolución de las nuevas tecnologías, pero también es importante recordar que todos tenemos el derecho a trabajar, comunicarnos y acceder a la información.
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