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El efecto halo: nada es lo que parece

En uno de los primeros artículos que escribí para Dévé, hablé sobre las máscaras que llevamos, inspirado en mi libro El coleccionista de máscaras. Hablé sobre los personajes que interpretamos en diferentes situaciones y cómo aplicamos esto como un mecanismo de defensa o para alcanzar objetivos personales. Hoy hablaremos de lo que ocurre del otro lado de la máscara, de un fenómeno psicológico llamado el efecto halo.

En ocasiones prejuzgamos a una persona con haberla visto sólo unos minutos e incluso sin conocerla, como sucede con las figuras públicas o influencers de la era digital. Nuestro cerebro percibe muy poca información y debe rellenar todos los espacios vacíos para poder lograr un concepto sobre esta persona. Cuando se da esto, la imagen que proyectamos suele ser una réplica de esa poca información con la que contamos.

Aquí es cuando sucede el efecto halo. Si observamos la fotografía de una persona que nos resulta atractiva puede que nuestro cerebro, de forma inconsciente, le atribuya otras características positivas adicionales. Como por ejemplo, confianza, inteligencia, liderazgo, seguridad. Esto también sucede si observamos a una persona que es buena en deporte y consideramos que es buena en todo; si vemos a un niño que es bueno en matemáticas y presupondremos que es bueno en otras asignaturas; o cuando creemos que por ser eficiente en el trabajo, una persona será eficiente en su vida personal. 

No culpen al cerebro

Es conocido que nuestro cerebro nos engaña en diferentes circunstancias, pero no lo culpen, sólo quiere simplificarnos la vida.

Fue el psicólogo Edward Thorndike quien acuñó el término y demostró su veracidad bajo evidencia empírica. Estamos hablando de un sesgo cognitivo que forma parte de un grupo de distorsiones conocidas como bounded rationality, criterio de racionalidad limitada. Estas distorsiones son en realidad mecanismos psicológicos que buscan desdibujar fronteras en los procesos de información.

Esto no ocurre nada más con personas, sino también con marcas, empresas, productos, grupos sociales, etnias, países.

La cuestión es que este efecto se ha pronunciado con los años por culpa de las redes sociales. Cuando vemos videos o fotografías de personas que no conocemos personalmente, tendemos a atribuirles inconscientemente otras cualidades inherentes. En ocasiones las personas nos engañan con sesgos de sus vidas que intentan que los representen de forma equivocada; pero otras ocasiones, somos nosotros mismos los que nos engañamos con nuestros sesgos cognitivos. 

El efecto contrario

El devil effect o el efecto halo invertido se da cuando observamos un punto negativo en un punto de interés (persona, marca, objeto) y tendemos a creer que posee otros puntos débiles. Podemos observar una persona de un aspecto que nos genere rechazo y atribuirle malos hábitos. Que por ser torpe sea también desordenado; o que por no expresarse adecuadamente no sea inteligente; o que por no ser atractivo no pueda ser exitoso.

Estas presunciones se dan de igual manera en ambas direcciones.   

El mercado y la política 

El mercado y los líderes políticos son conscientes de esto. Un consumidor puede presuponer que todos los productos de una misma marca son igual de buenos, como sucede con Apple. Aunque no haya tenido un IPhone, el preconcepto que tiene es bueno y por ende, se extenderá a otros productos de la marca. Los expertos en marketing conocen esta tendencia y la utilizan en sus campañas.

El actual presidente de España, Pedro Sánchez, se ha valido de estrategias de comunicación para ser afianzado como una suerte de influencer. Su buena presencia y oratoria lo ayudan a proyectar otras características positivas. Esto lo ayuda a consolidarse como líder político de la generación Z. Esto lo vemos cada vez más en líderes mundiales que buscan consolidar a sus seguidores. También los vemos utilizar el devil effect para desprestigiar a alguien en base a una característica negativa o una situación desfavorable. Lo que nos invita a pensar que todo en esa persona está mal (muy presente en la era de la cancelación).

Peligros y consecuencias del efecto halo

Entre los principales peligros que implica el efecto halo podemos hablar de lo arriesgado de proyectar una imagen errónea de una persona. Ya que actuaremos en consecuencia de la imagen que proyectamos de esta sin evaluar el panorama completo. Esto puede llevarnos a perder objetividad y un criterio certero al momento de tomar decisiones.

Hay que entender que todas las personas tenemos características positivas y negativas en mayor o menor medida. Por lo que sería bueno no simplificar la información ni dar por asumido los conceptos sobre las personas, marcas, empresas, grupos sociales; en fin, de todo.

Yo me he planteado poner en duda lo que creo saber sobre las personas que considero buenas o malas sin siquiera conocerlas. Esto también puede ser un buen ejercicio de autoconocimiento, ya que el efecto halo tiene consecuencias incluso en la forma en la que nos miramos a nosotros mismos.

La objetividad en tiempos de máscaras y sesgos cognitivos puede ser un gran don. Es importante abrir la mente, ser aprensivo y no seguir ciegamente a nadie.

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Soy un amante de la literatura y la cultura en general. Trabajo como corrector editorial y he publicado dos libros: Tetralogía del enemigo y El coleccionista de máscaras. Soy técnico en administración de la cultura, a unos meses de ser licenciado. En Dévé soy, además de editor, creador de mensajes de cultura y sociología.

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