Los millennials están llegando a los 40 y están entrando en pánico. Este grupo no se rebelará como hicieron sus padres, que en sus 40 o 50 se compraban una moto o dejaban el mundo corporativo para hacer el viaje de su vida. Los millennials no dejarán a su cónyuge (no tienen). No se harán un tatuaje (ya tienen el brazo lleno). Y no dejarán su empleo (acaban de firmar la hipoteca a 30 años). Su crisis de mediana edad será diferente. No pueden permitirse otra cosa.
Tradicionalmente, la crisis de mediana edad atraía una ruptura con la vida monótona, una rebelión. El boomer, tras años de trabajo, un día se despertaba para percibir que todo lo material de su vida estaba perfecto. La casa pagada, diez años de matrimonio, los hijos estudiando, el empleo estable y la inquietud de «¿Tomé mis propias decisiones, o fue la sociedad la que escribió el guion de mi vida?». La mediana edad era el momento de desafiar todo el status quo, lo tradicional, descubrir la libertad.
Hoy romper con la monotonía… Cómo romper con la monotonía si ni siquiera la tienes. La casa no está en propiedad, el jefe puede acabar con el contrato indefinido hoy mismo si quiere, Tinder ya provoca burnout y la salud mental pende de un hilo.
Quizá la crisis de mediana edad de los millennials es la continuación de su vida, definida por sucesivas crisis
Una vez pasada la infancia, lo único que han conocido los millennials es la incertidumbre. El pan de cada día consiste en crisis económicas, altas tasas de desempleo, quiebras de bancos, escándalos políticos, ambientales, explosiones de burbujas inmobiliarias, guerras y una pandemia. Sin mencionar tres años en terapia, la miopía creciente, el fisio como nueva religión y los videos como evasión.
Si queremos un ejemplo del declive de una raza, basta con comparar qué tenía mi padre a sus 40 vs qué tengo yo a mis 40. Antes de que alguien apunte con el dedo con titulares como «los jóvenes se resisten a comprarse una casa», «los jóvenes ya no quieren tener hijos», apuntemos a que los millennials hoy darían lo que fuera por tener la estabilidad laboral y social contra la que se rebelaron sus padres. Por tener ese mundo que los de la generación previa rasgaron con sus propias manos. Sí, esta es su rebelión particular, contra este status quo de toxicidad laboral, incertidumbre financiera, bombardeo de malas noticias y una vida amorosa líquida en la que no sabes si las imágenes atractivas que ves en la pantalla de tu teléfono corresponden a personas reales, o son creaciones de inteligencia artificial —pero da igual, total, la probabilidad de pasar del match a la relación estable es menor al 1%—.
No, no quiero aventura, quiero seguridad, por favor
A diferencia de los boomers que llegaban a sus 40 preguntándose «¿Qué quiero de la vida?», los millennials saben lo que quieren. Y saben que entre lo que quieren, hay sueldos estables, un mercado inmobiliario decente y una vida tranquila.
Si ahora los millennials defienden su vida personal más que todo lo relativo a sus carreras es porque se sienten estafados por el sistema educativo y laboral. Quien trabaja mucho o estudia una carrera difícil no necesariamente gana un salario acorde —hay ingenieros y médicos ganando lo mismo y menos que personas que no estudiaron carreras—. También, a quien invierte muchas horas extra en el trabajo lo despiden igual. Y por si fuera poco, el número de profesionales atrapados por su trabajo que no logran encontrar pareja va en aumento.
¿Cuánto durará la crisis de mediana edad en los millennials? Según estudios aplicados a generaciones anteriores, entre tres y diez años para los hombres y entre dos y cinco para las mujeres. No obstante, en este caso cabe preguntarse si conviene aceptar el consejo que boomers y Generación X recibieron en sus momentos de crisis de mediana edad («Acéptalo como parte natural de la vida»), o si esta vez los millennials han de rebelarse un poco más. Esta vez la crisis de los 40 es un problema político.
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