Dicen de los millennials que somos gente indisciplinada, difícil de tratar. Pero yo, como millennial con una empresa en la que la media de edad es de 24-25 años, te aseguro que es lo contrario. Lo que sucede es que la vida en general, y lo laboral en particular, está cambiando, y no podemos afrontar desafíos de 2019 con protocolos de 1990.
El Work-life balance no es más que una tendencia, y es fácil que nos engañemos con ella. Por eso quiero hablar de cómo funcionamos y cómo se establece la disciplina para nosotros. Quién sabe, puede que a ti también te sirva lo que te digo a continuación, aunque no seas de esta generación.
Es importante trazar bordes entre la satisfacción y el trabajo, para que de verdad seamos conscientes de que el trabajo es inevitable y forma una gran parte de nuestra vida.
Pero no por eso el trabajo debe ser un suplicio. Si se amueblan las oficinas según la última tecnología, muebles cómodos y divertidos, y procuramos ofrecer todo lo necesario, el trabajo será lo más cómodo posible (para que la gente no quiera marcharse de allí). Pero no solo eso; es importante mantener estimulado al equipo. Es muy importante que el equipo tenga ese pequeño estímulo mediante los viajes de negocios. Además, es bueno compartir constantemente con el equipo los asuntos cotidianos, y los asuntos nuevos.
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La disciplina es la clave
Establece reglas para nosotros. Márcanos pautas. Por ejemplo, en mi empresa tenemos un libro con reglas corporativas (más de 80, y 100 recomendaciones de cómo trabajar en equipo o con los clientes), y entre esas reglas, 3 importantes:
- Regla 1: reunión regular para todos los miembros (empleados) de nuestra compañía cada martes a las 9 de la mañana. Si un empleado llega constantemente tarde a esas reuniones, esto demuestra una falta de comprensión y poca lealtad a la empresa. Entonces me pienso si necesitamos a una persona así.
- Regla 2: ‘Las palabras se las lleva el viento’. Lo que no está en el correo, no existe (eso significa que cada arreglo con el cliente o entre los empleados necesita estar por escrito y tener una explicación). Con esta norma tan sencilla, podemos anticipar muchos conflictos. Empezando por las discrepancias con el cliente y acabando por los conflictos internos. Ahora cuando empieza “…te dije que…” – viene la respuesta “las palabras se las llevó el viento” … Lo que no está por escrito no existe.
- Regla 3: planeamos nuestra semana cada viernes con ayuda de los sistemas para gestionar proyectos. Cada viernes empieza con la planificación de la semana siguiente, y a partir del lunes cada día se cambia el estado de la tarea en función de su progreso.
Son tres reglas simples, pero sirven para implementar la disciplina, algo muy importante. Pienso que en la era en la que hay más distracciones que nunca, necesitamos trabajar más conscientes que nunca. Los tiempos habrán cambiado en algunas cosas, pero no han cambiado para los principios del trabajo bien hecho.