Hola, ya estás aquí y este artículo es breve. Aunque lo lees en una pantalla, haz un esfuerzo. Estás aquí porque te interesa. Hablemos de cómo recuperar la atención.
Puedo hacer un artículo más respaldado por estudios —los estudios son los nuevos «te lo juro»—, pero de esos ya hay. Así que prefiero afirmar que cuando hablamos de la atención, el símil válido es la mezcla de cuando se deja el azúcar y cuando se maneja el estrés: la pregunta es, en realidad, hasta qué punto el texto que estás leyendo deja de ser estimulante y hasta qué punto tu cerebro es incapaz de concentrarse en algo. Dónde está el límite entre que algo te distraiga y tu capacidad de concentrarte.
Qué sentido tiene ir a la desesperada por internet buscando el último texto sobre cómo recuperar la atención si ni siquiera ese texto vamos a leerlo entero, porque saldrá cualquier notificación banal en la parte de arriba y automáticamente nuestro dedo en el teléfono se posará sobre el cuadradito.
Para recuperar la atención lo que hay que hacer es decidir qué y por qué. Por ejemplo, el otro día mirando vídeos de YouTube, la Influencer contaba que ella y su pareja habían establecido en la norma de no llevar teléfonos móviles a su cama, porque la cama es el lugar de descansar, dormir y hacer travesuras. La segunda razón era porque ella no quería caer en el mal hábito de mirar el teléfono en cuanto abriera ojos, porque no le interesaba coger energía ajena a primera hora. La tercera es que siendo vulnerables al estrés y al insomnio, la cama necesita ser para dormir y para que el cuerpo se haga a la idea de dormir: ya tenemos una edad. Él —el hombre de la influencer— no rompía la norma; ella, sí. Yo tengo algunas de estas normas, y una es que sacar el móvil me sea difícil cuando estoy con personas que me importan. Por el simple hecho que esas personas me importan, merecen un respeto y no soy capaz de escuchar a alguien mientras miro el móvil (y los que dicen que sí pueden, mienten). Pero ese es un ejemplo de muchos.
Puedo contarte claves, puedo decirte lo que hago yo, puedo decirte un montón de cosas a hacer para que tú recuperes la atención. Pero no me interesa subestimar a tu inteligencia, básicamente porque cada persona sabe perfectamente lo que tiene que hacer para recuperar su capacidad de atención. Cada persona sabe cuándo deja de comer por hambre y pasa a comer por gula. Cada uno lo sabe. Y de paso, cada uno puede ayudar a sus hijos para que se concentren también.
Conviene atender al componente de resistencia a la tentación. La tentación es más fácil reconocerla que definirla. Por eso las personas más sagaces saben que la tentación está ahí y dan pasos para superarla antes de que venga y se anule su capacidad de tomar decisiones. El ejemplo clásico es Ulises. En un ejercicio de previsión, mandó a su tripulación taparse los oídos con cera para no escuchar los cantos de las sirenas. Además, ordenó que lo ataran al mástil para él sí poder escuchar a las sirenas pero no poder sucumbir a las tentaciones.
Ulises lo hizo estupendamente. Para el resto de mortales, el resistir las tentaciones falla cuando subestimamos el poder de los estímulos distrayentes.
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Si una persona quiere llevar una vida a la deriva empujada por instantes por impulsos no necesita marcarse objetivos; si sí, sí. Ahora bien, en Dévé hablamos recientemente sobre los temas que afectan directamente a tu desempeño como persona, así que si te interesa vivir una vida optimizada quédate por aquí. Y si te interesa ir más rápido en la consecución de tus objetivos contacta con nosotros: somos profesionales y sabemos cómo ayudarte.
Por cierto, hay un artículo que deberías leer sobre cómo manejar el estrés viviendo en una ciudad altamente estresante. Este artículo y el mencionado van de la mano, así que asegúrate de leerlo… sin distraerte. Te veo ahí.