El éxito ya no tiene secretos, tiene claves. La estrategia en la toma de decisiones es una.
No todos los días nos enfrentamos a grandes decisiones como casarse o irse a vivir a otro país, pero constantemente estamos tomando decisiones tales como qué postre tomamos o cómo respondemos a un email. A primera vista parece que solo las primeras, las decisiones trascendentes, tienen un gran impacto en nuestras vidas; pero también estas decisiones cotidianas van marcando una tendencia y su efecto acumulativo acaba por definir nuestro destino.
Si tan importantes son las consecuencias de las decisiones que tomamos, ¿por qué nadie nos ha enseñado a tomar decisiones? Quizás seas de los que piensa que estamos predestinados y nada va a cambiar las cosas.
Si eres de los que cree que algo podemos hacer, te invito a seguir los siguientes pasos:
1. Identifica las situaciones en que las que puedes o debes tomar una decisión.
Encontrarás muchas más de las que en un principio puedes pensar:
- Damos por supuesto que no podemos escapar de la situación en que vivimos, pero casi nunca es así. En último extremo, podrías abandonar tu trabajo y tu familia e irte a vivir a Nueva Zelanda o ingresar en un monasterio de clausura.
- La mayor parte de nuestros actos diarios responden a hábitos adquiridos. También aquí tenemos opciones: en vez de tomar un café para desayunar podrías tomar un té o un chupito de aguardiente o no desayunar.
- Otras veces reaccionamos de forma automática ante un estímulo. Si al cruzar por un paso cebra un coche no respeta nuestra prioridad, quizás nuestra reacción automática sea cabrearnos y soltar un improperio. También podríamos respirar hondo, calmarnos y recordar que hemos de tener cuidado al cruzar la calle.
No se trata de cuestionar todo en cada momento, no podríamos vivir así. Pero tenemos que ser conscientes de que podemos cuestionar casi cualquier cosa en cualquier momento.
«Podemos cuestionar casi cualquier cosa en cualquier momento.»
2. Valora la importancia de la situación.
La importancia vendrá dada por las consecuencias de la decisión que tomemos. El tiempo y esfuerzo que dediquemos debe estar acorde a su importancia. Cuando hemos de tomar una decisión importante puede que nos sintamos abrumados por la responsabilidad y corremos el riesgo de caer en dos comportamientos igualmente indeseables:
- Intentar no pensar en ello, como si ignorando un hecho pudiéramos hacerlo desaparecer.
- Cuando llega el momento, decidir precipitadamente para huir de la angustia que nos produce la situación.
Entrenarnos tomando decisiones menos comprometidas nos puede ayudar a mejorar nuestra capacidad de enfrentarnos a situaciones más estresantes.
Tampoco hemos de menospreciar la importancia de las decisiones que al repetirse una y otra vez acaban convirtiéndose en hábitos. Tomar tarta de postre en vez de fruta, no tiene mucha importancia si es un acto aislado; pero si lo hacemos todos los días, a largo plazo podemos desarrollar diabetes.
3. Recoge la información relevante
Si crees que tu decisión puede afectar a otras personas tenlo en consideración; pero recuerda que tú eres el que decide y no necesitas de la aprobación constante de otras personas.
4. Identifica las alternativas que tienes
Normalmente son más de las que pensamos en un principio. Podemos usar técnicas de creatividad, como la lluvia de ideas, para generarlas.
5. Equilibra razón y emociones.
Si acostumbramos a tomar las decisiones según nuestra intuición o nuestro estado anímico del momento, probablemente no hacemos otra cosa que atender a caprichos momentáneos. Tampoco podremos tomar muchas decisiones sólo de forma racional. Si, después de analizar racionalmente una situación, no hay una alternativa claramente superior, escucha a tu corazón.
6. Decide.
Hay muchas situaciones en que lo peor es la parálisis; no busques la perfección porque no existe. No hagas como el asno de Buridán que, teniendo agua y comida, murió de hambre y de sed por no decidir qué hacer primero: comer o beber.
Si tienes claros tus valores, o al menos tus objetivos, te será más fácil tomar una decisión en muchas ocasiones.
7. Actúa sin vacilaciones.
Una vez has tomado una decisión, no le des más vueltas: posponer la acción no te lleva a ningún lado.
Y una última clave, resultado de la aplicación de las anteriores:
Aprende del proceso y de su resultado. Saca las lecciones que puedan ayudarte en el futuro. Esto es lo que hace que la estrategia de toma de decisiones funcione para siempre.
Imagen: Rawpixel
Muy interesante es el tema , como lo son también los demás artículos de DÉVÉ.
A lo largo de los 7 pasos que nos ofreces, veo cuán importante es el peso que conlleva la toma de una DECISIÓN.
Para mí, es algo inherente en toda persona y es a su vez, un peso, una responsabilidad intransferible pues allí entra en juego la Libertad personal de cada individuo.
A lo que quiero llegar en este comentario es:
Entre escuchar el CORAZÓN ( las emociones, sentimientos……).
O la RAZÓN ( el intelecto, la cabeza…)
Haciendo una escala de puntuación de 0 a 10.
Doy un Diez a la cabeza para asegurarme de un éxito beneficioso en lo personal como también en el resultado del objetivo que me he propuesto.
Gracias, Agustín, por invitarnos a esta interesante reflexión.
Agradezco tu comentario, Concha. Me alegro de que te resulte interesante.