Todos los propósitos que nos planteamos tienen algo en común: casi siempre los abandonamos enseguida, sin haber alcanzado nuestro objetivo.
Una de las causas principales es nuestra falta de motivación. Si bien, en un principio, nos parece una excelente idea, pronto perdemos el entusiasmo inicial y no encontramos razones suficientes para mantener el esfuerzo necesario para alcanzar nuestro objetivo.
¿Cómo podemos encontrar esa motivación que nos falta?
Debe ser algo esquivo cuando nos cuesta descubrirla. ¿Por qué no nos inspiramos en los procedimientos seguidos en otros campos?
Existen métodos que sirven para tratar de encontrar razones que aparecen evidentes a primera vista. En concreto, la industria ha desarrollado los métodos de análisis de causas raíz con el objeto de buscar los orígenes de un defecto o un problema. Entre los más conocidos se encuentran los cinco porqués y el diagrama de espina de pescado creado por Kaoru Ishikawa. En ellos se pregunta repetidamente cuál es la causa, para no quedarse en las causas aparentes sino (como dice su nombre) encontrar la raíz o causa última.
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Veamos un ejemplo de aplicación:
Un cliente nos ha anulado un pedido…
- por retrasarnos en la entrega
- porque faltaban piezas
- porque Fabricación no las terminó a tiempo
- porque las especificaciones no estaban completas
- porque no se incluyeron en el pedido todos los datos necesarios
- porque los comerciales no tienen instrucciones claras
Si lo aplicamos a la búsqueda de motivación:
Me propongo estudiar francés…
- para alcanzar el nivel B2
- para mejorar mi curriculum vitae
- para aplicar a mejores empleos
- para ganar más dinero
- para adquirir una vivienda
- para vivir más cerca y no tardar tanto tiempo cada día en ir al trabajo
- para no perder dos horas cada día
Este ejercicio lo podemos repetir varias veces siguiendo distintos caminos, como para ganar dinero, para comprar un coche deportivo que dé envidia a mi cuñado o tener un mejor empleo.
Busca lo que tiene importancia para ti
Haciendo este ejercicio, en muchas ocasiones no podremos encontrar razones poderosas. Probablemente son cosas que se supone que deberíamos hacer, que otras personas esperan que hagamos o caprichos momentáneos pero que no son suficientemente importantes para nosotros. En este caso, no te tortures sintiéndote culpable, no merece la pena dedicar tiempo y energía a algo que no tiene importancia para ti.
Cuando repases tus objetivos, puede que sí encuentres motivos poderosos. En este caso, pregúntate si lo que te estás proponiendo es lo más conveniente. ¿Estudiar francés para no perder dos horas diarias? Seguro que existen formas mejores. Encontrar el camino que te lleve a satisfacer tus metas es una buena manera de mantener la motivación. También te permitirá discriminar tu misión en pasos cortos y así obtener pequeñas recompensas que mantengan el entusiasmo.
La procrastinación y la falta de estímulos son muy comunes en cada uno de nosotros. No te castigues ni bajes los brazos. Cuando te determines a cumplir con tus propósitos, ponlos por escrito y repásalos con frecuencia. Mucho mejor si lo haces en un lugar a la vista, como en una pizarra en la pared de tu habitación o colgado de un imán en el refrigerador.
Si te lo estás planteando, ya estás en la dirección correcta. Ahora sólo queda elegir el momento correcto para empezar: ahora.
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Esta es una reedición del artículo homónimo publicado el 15/10/2018.