Para empezar a discutir hay que tener una cosa muy clara: si tienes la razón y pierdes las formas, dejas automáticamente de tenerla.
Con claro este punto podemos empezar a hablar del tema y digo hablar porque discutir no es gritar. Discutir es debatir, es escuchar, responder, preguntar. Discutir es entender, es explicar, es justificar y fabricar argumentos.
Las personas que mejor discuten son las que menos se enfadan al hacerlo y cuentan hasta tres antes de responder en caliente. Los argumentos no son mayores por decirlos más alto ni en un tono más inquisidor. Los buenos argumentos no necesitan nada más que ellos mismos para convencer.
El primer paso para discutir es respirar. No podemos empezar algo mal porque entonces el dilema está condenado a acabar peor. El escenario emocional en el que traNscurre el debate es importante porque tiene gran protagonismo en el devenir de los acontecimientos. Relajarse nos permite, curiosamente, enfrentar situaciones estresantes.
El segundo paso es entender que existen tantos puntos de vista como personas hay en el mundo. Cada uno lo ve de una manera y tiene una opinión formada en función de sus experiencias y la posición que ocupe en el conflicto. Y todo eso hay que tenerlo en cuenta y respetarlo.
El tercer paso no siempre es posible, pero es de gran ayuda para salir airosos de la situación y consiste en recopilar toda la información de la forma más objetiva posible.
El cuarto paso es escuchar. Escuchar es una manera de entender el punto en el que se encuentra la otra persona y si sabemos dónde está, podremos llevarle a nuestro terreno con más facilidad. Además, cuando la gente dice lo que piensa, está más receptivo a escuchar otra versión. En cambio, si empezamos nosotros, puede sentir que no tiene capacidad de defender su postura. En cambio, si empieza posicionándose, sentirá que su versión está clara.
El quinto paso tiene que ver con las formas: escucha con atención, mira a los ojos a la persona y deja el móvil. Hazle sentir importante y que te tomas en serio lo que te está contando. Muchas discusiones suben de tono porque una de las partes se siente despreciada.
El sexto paso es el que, seguro, estabas esperando: expón tus ideas de manera serena y razonada. Sin gesticular en exceso, gritar ni resultar despectivo.
El séptimo paso, una vez conocidos ambos puntos de vista, es iniciar un debate sano con el fin de buscar una solución. Reconociendo los puntos en los que la otra parte tiene razón y tratando de argumentar aquellos aspectos en los que somos nosotros los que acertamos.
El octavo paso es ser constructivos. En la mayoría de las discusiones las dos personas tienen razón y el resultado es mucho más enriquecedor que la suma de las partes por separado. Las discusiones, bien hechas, crean sinergias.
El noveno paso es saber rematar el tema con elegancia y siendo diplomático, admitiendo el fallo en el caso de estar equivocado y no sacando pecho si tienes razón.
El décimo paso es aplicar las conclusiones para que ese esfuerzo de entendimiento no sea en vano y sirva para algo.
Imagen: 晓强 付 (19/11/2018)