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Hygge, (des)conecta

Son días de ajetreo. Seguro que en estas fechas te has visto con el calendario en la mano cerrando acuerdos, organizando reuniones, planificando encuentros, —quizá alguna despedida— apurando el año. Viviendo algo más deprisa que los once meses restantes, como si ahora que se acerca diciembre, nos deslizáramos sobre una pista helada de tareas pendientes. Aquí van algunas ideas para que puedas hacer patinaje artístico por muy resbaladiza que se ponga la situación. La clave: tomárselo con calma y perderle el miedo a las caídas.

Cada uno lleva el hogar como y donde puede. A veces me imagino en situaciones disparatadas con gente desconocida que me ha hecho sentir tan cómoda como si estuviera en mi casa. Entonces traslado mentalmente la conversación a mi salón, pienso que estamos en pijama abrazando un peluche —cada uno el suyo, la precariedad es innecesaria cuando se sueña— tomando un lo-que-sea calentito con la caja entera de galletas. Fuera llueve y ya puede haber dejado de girar el planeta, que lo único que importa es lo que hablamos entre esas cuatro paredes. Sucede que, entre los invitados al pijameo de mi salón imaginario, se encuentran un taxista paquistaní, la camarera de la cafetería que me pone el zumo por las tardes, Manolo, un buen hombre que activó con una sonrisa el datáfono el sábado en un restaurante de Madrid, los farmacéuticos casi sin excepción y, en general, los parroquianos de bares que se enzarzan en charlas maravillosas sin principio, fin ni forma y que siempre te reciben como una buena ola esperando a que saltes para entrar a darte un chapuzón.

Está de moda ponerle nombre a lo que ya hacíamos de forma natural. Está de moda creer que se sigue una moda, máxime si viene de fuera. Pero lo que no convence, acaba pasando de largo, a diferencia de lo que llevamos dentro. El hygge —pronunciado de manera parecida a /huu-gue/— es el regalo que nos han hecho los daneses al resto de humanos. Claro que ya lo conocías: ¿quién no se ha pasado un fin de semana tan a gusto descansando en un ambiente acogedor realizando actividades relajantes? Aunque no necesitemos que vengan de nuevo los vikingos, siempre se agradece que hayan envuelto en papel de regalo de lujo algo tan cotidiano como crear hogar y que tantas veces se nos puede olvidar con una vida ocupada.

Si algo tiene la cultura es que se contagia; no paramos de aportar. Por mucho que nos enorgullezca haber creado o descubierto algo por nosotros mismos, prácticamente cualquier logro se apoya en el de otro semejante. Aprendemos los unos de los otros y gracias a los demás. Cooperación, lo llaman y no caduca.

Te prometía algunas ideas para patinar con elegancia por diciembre y ya las conoces: busca tiempo para ti. Coopera contigo mismo. Descansa, crea un ambiente propicio (el que te guste a ti, ojo) disfruta de la comodidad, encuentra un momento acogedor de felicidad y aprovéchalo. Al fin y al cabo, casi todos los compromisos sociales que tienes por delante estos días persiguen ese fin, aunque en ocasiones logren lo contrario. Y no refunfuñes, separa lo urgente de lo importante, lo necesario de lo accesorio, cumple de la mejor manera con tus obligaciones y deshazte de las que no lo son. Si no tienes ganas de estar con nadie, no lo hagas: no te fuerces a ser quien no eres. Recuerda que la pendiente es resbaladiza y bastante tenemos con la caída. Seguro que tienes la fórmula de tu propio disfrute: para una superficie dada de manta en m2, habrás optimizado el rincón del sofá necesario a una temperatura perfecta con la duración requerida para olvidarte del mundo.

En tiempos de prisas, excesos, represión y conatos de libertad, poder sentirse recogido y sin ataduras es mucho más que una simple moda o una decoración acogedora. ¿Que qué es el hygge? Y tú me lo preguntas mientras clavas tu lectura en mi texto azul. Somos nosotros. Hygge es poder desconectar, pero, sobre todo, volver a la esencia para encontrarse. Hygge es conexión.

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Soy traductora de formación y profesora por vocación, además de mediadora, cuentista, amante de los idiomas y del teatro. Desde 2009, año de mi regreso a España, me dedico a la docencia universitaria y a la investigación en Traducción, Comunicación y Literatura. Estoy en Dévé para aportar mi granito de arena en este innovador proyecto.

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