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Las tres virtudes de la excelencia

Los vicios son para las personas débiles del mismo modo en que las virtudes son para las personas fuertes. ¿Te has parado a observar y analizar detalladamente nuestro mundo de hoy? Mi lado optimista me hace pensar siempre en que estamos viviendo en la era de mayor desarrollo tecnológico y humanitario de toda nuestra historia como especie, sin que ello signifique que hayamos llegado a una categoría de “suficiente” ni debamos caer en la complacencia. Mi lado menos optimista (que no pesimista), por otro lado, me hace pensar en todo lo que podríamos hacer, pero aún no hacemos, hablando a nivel especie de nuevo, tales como cuidarnos y amarnos entre nosotros en tanto que humanos y hacer lo mismo con los animales y el medio ambiente.

 

Ahora bien, ¿qué nos frena para ir construyendo cada vez más rápido un mundo mejor? Los vicios. Su definición es simple: emociones que nos hacen retornar a la casilla de salida para ser egoístas, débiles y poco más que una mezcla de insignificancia e impotencia. ¿Nos vamos a conformar con esto? Por supuesto que no. Podemos serlo todo, ¡absolutamente todo! No desistamos en nuestro empeño aquellos que creemos que con pasión y método todo es posible.

 

Las virtudes son las que nos hacen convertirnos en nuestra mejor versión; no tienen un alcance meramente emocional como los vicios, sino racional. Son ideas complejas que tienen por objeto engrandecernos. ¿Para qué? Para que podamos, a su vez, engrandecer nuestro alrededor. Si los vicios nos convierten en peores, las virtudes nos convierten en mejores. Esta aritmética moral es muy simple: podemos ir hacia abajo o hacia arriba, todo dependiendo de nuestra decisión, necesaria e ineludiblemente personal.

 

En mi perspectiva, las virtudes más importantes de todas las que puedan existir son tres: la actitud, la organización y el esfuerzo.

  1. Actitud. Con esto me refiero a la motivación, pasión y predisposición positiva para reflexionar, plantear y revisar constantemente nuevos retos, desafíos y horizontes.
  2. Organización. Con esto me refiero a la capacidad de dirección o de gestión de la buena gana con la que partimos: esta es la fase de tecnificación o concreción de esa actitud.
  3. Esfuerzo. Con esto me refiero a la capacidad de disciplina o sacrificio que debemos poner en juego para lograr pasar de la idea o plan a la materia o realidad física objeto.

 

Existen muchas más, podría decir que infinitas, cada cual es libre de elegir las suyas. De lo que nos debemos encargar los y las progresistas que, simplemente, lo somos por querer un mundo en evolución, es de ser ejemplares. Las virtudes nos hacen más libres que los vicios, que precisamente lo que hacen es esclavizarnos. Si podemos enseñar eso a partir del ejemplo y conseguir ir difundiendo una cultura del desarrollo personal de calidad (y no simplemente de búsqueda del beneficio comercial) podremos estar hablando de la creación de las bases de un salto cualitativo en la historia de nuestra especie. Porque somos capaces de ser excelentes, ¡olvidemos los imposibles del pasado, vamos a serlo y vamos a demostrarlo!

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Filósofo emprendedor. Trabajo por un mundo libre, justo y responsable. Además, creo en el respeto y en la victoria profunda del valor sobre el miedo. No me importa lo más mínimo todo aquello que no tenga que ver con el progreso.

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