Piensa en la última vez que tuviste una conversación de verdad. Repito: una conversación de verdad. Mirando a la persona a la cara, sin mirar el teléfono, con un tema constructivo, riéndote, con visión.
Las personas que llamamos buenas conversadoras —o sea, con las que hablar es un placer— tienen algo en común: la sensibilidad y la atención. Por otro lado, hay personas que son difíciles, bien porque respondan con monosílabos, o no dan pie a continuar con la comunicación. Eso hace que las conversaciones caigan en forzados monólogos o en una especie de juego de tenis: palabra va, palabra viene, con pausa pesada entre cada golpe. Y peor me lo ponen si entro en el terreno de la mensajería de los teléfonos móviles.
Los buenos conversadores saben que es necesario estar interesado en la otra persona. Jamás conocerás a una persona egoísta que sea buena conversadora. Jamás. Pero si te encantarán las personas que están interesadas en quién eres, qué tienes en mente, qué te motiva, qué te hace reír, etc. ¿De modo que por qué no aplicar esto? Este es un primer paso. Por eso no se puede ser un buen conversador con cualquier persona, primero, porque no todo el mundo interesa al mismo nivel a todo el mundo.
Preguntas como «¿Qué has hecho hoy?» son más potentes que un «¿Qué tal?». En línea con esto, ojo, se es mejor conversador respondiendo «Pues chica, acabo de ver en el periódico que Emmanuel Macron ha pensado devolver a África las obras de arte que en su momento fueron expoliadas a las ex-colonias francesas en su tiempo. Fíjate», que respondiendo «Bien». Y si me apuras, la conversación fluye si continúa con un «¡No me digas! Esto me recuerda a la escena del museo británico de Black Panther, era de vibranium eso que Killmonger se llevó tras envenenar a la señora esa, ¿no?», en vez de con un «Me alegro».
A veces en las conversaciones la gente dirá cosas que no sean lo que te parezca perfecto, elevado, sofisticado. De humanos es cometer errores, olvidar el nombre de la otra persona, equivocarse, o decir algo raro. O sentirse raro. O decir muletillas, o ser leísta. Quitarle hierro al asunto es no bloquearse por ello. A veces necesitamos ser el lugar seguro para quien tenemos delante.
Un ejemplo de cómo los buenos conversadores tienen reglas. Si has llegado hasta aquí, has leído cuatro de ellas.
Y aquí, lo demás.