¿Una manía personal? Visualizar una “TED Talk” cada día. Espera, ¿de qué va esto? Esto va de cuando un/a especialista (real) en algo imparte una conferencia sobre un tema que conoce muy bien. Algún ejemplo: tecnología, entretenimiento, diseño, negocios, ciencia, desafíos globales, etc.
A mí me gusta esta práctica habitual porque adquiero nuevas ideas todos los días, tanto muchas que antes desconocía como muchas otras que, tras un proceso crítico de reflexión, resultan ser una evolución de algunas que sí que ya conocía (y que, claramente, podía mejorar). He pensado así pues que mi manía personal no merece sino el estatus de hábito positivo que no pienso perder ni descuidar ni por un momento.
Ojo, yo tengo una conciencia muy plena de mi libertad, y cuando hablo de “TED Talks” lo hago porque son las mejores del mercado educativo actual. El momento en el que dejen de serlo, no las visualizaré más y pasaré a aprender de las plataformas que la hayan sustituido, porque significará que son mejores. Con la educación no podemos permitirnos errores, lo llevo diciendo desde que tengo uso de razón (hay quien piensa que lo primero que dije al nacer fue “racionalismo crítico popperiano”, pero yo creo que en realidad sería algo como “ta”, si eso).
Puede ser visualizando conferencias, leyendo libros o dialogando concienzudamente. Da igual, a cada cual le funcionará mejor un método u otro, esto no es universal, pero son los tres más potentes. Estamos hablando de invertir en tu mente, el proyecto más importante que tienes (de él dependen todos los demás). Invertir en tu mente es un hábito fundamental para tu éxito. De hecho, te lo digo desde ya, quien no sabe pensar no puede triunfar. Es silogísticamente imposible.
Una clave que es común tanto para el cuerpo como para la mente es que ambos se desarrollan a partir de una única variable: la constancia. Aquí empezamos a hablar de hábitos. Alguien me dijo una vez que yo no decidía mi futuro, que decidía mis hábitos, y que son ellos quienes realmente lo deciden. Entonces era mucho más pequeño, y no lo entendí. Ahora sí. No elegimos nuestro futuro directamente, sino indirectamente: a partir de lo que hacemos día sí y día también. El famosísimo Aristóteles ya lo venía diciendo, de todos modos, desde el IV a. C.: que somos lo que hacemos repetidamente, por lo que la excelencia no es un suceso, sino un hábito. No soy un gran amante de la filosofía antigua, está ciertamente sobrevalorada, pero estamos hablando de un tío que fue formado por Platón y formador de Alejandro Magno. Algo sabría, seguro.
¿Quieres ser X? Ten hábitos propios de X. ¿Quieres ser Y? Ten hábitos propios de Y. ¿Quieres ser Z? De acuerdo, pues entonces ten hábitos propios de Z. No hay más misterio. Si tienes un sueño, un deseo, una ambición, crea el hábito más fuerte que exista para hacerlo realidad. No pierdas el tiempo especulando sobre el futuro o las trampas o atajos que puedas hacer. Te lo digo desde ya: nada va a funcionar más que el trabajo más duro que pueda existir día tras día. Esto es bueno porque si no eres capaz de lograr implantar un hábito que es necesario para ser lo que quieres, puedes observar claramente que quizá no quieras tanto lo que dices que sí.
Si tú verdaderamente amas tu objetivo, debes estar dispuesto a disfrutar a lo bestia dándolo todo por él. Lo de los hábitos es un indicador muy bueno, de verdad. Tómatelo con calma, eso sí, sé flexible. Si fallas un día, no pasa nada. De verdad, no pasa nada. Vuelves con más potencia al día siguiente. El objetivo es llegar a conseguir que tu pasión te lleve a querer hacerlo todo el rato, sin necesidad de que aparezca tu mentalidad del deber. Al principio te va a costar, pero después vas a empezar a ver los resultados. Entonces te motivarás muchísimo más. Los primeros pasos son abstractos, estás jugando a confiar. No importa, te lo digo yo: vas a lograrlo si de verdad te lo propones.
Habrás hecho una lista muy chula de objetivos de 2019. Enhorabuena (¡y feliz año!), pero haz una segunda tabla a la derecha. Escribe ahora los hábitos que debes implementar para cumplir los objetivos que están a la izquierda. Lo primero, la visión del desafío (objetivo); lo segundo, el método de consecución de este (hábito). Dos tablas, simplemente dos, pero es que si las tienes claras no te va a parar nada ni nadie. Es una cuestión de identidad ya. Tú puedes.
Y nunca, nunca, nunca te rindas. Nunca te rindas. De verdad, nunca te rindas.