(O qué hacer cuando la vida te da limones, pero a tus amigos les da limonadas. Y tú no tienes exprimidor)
Es horrible sentir tristeza, decepción o incluso rabia con una amistad que no ha hecho nada malo. Bueno, sí, lo malo que ha hecho es tener lo que tú no tienes. Hay amistades malas (de las que hablo en 3 tipos de amigos con los que tienes que dejar de quedar), pero en este caso tu amiga ha sido un amor: considerada, atenta, te ha apoyado… y le tienes celos.
Primero, es normal tener celos. Vivimos en una sociedad que clasifica entre triunfadores y fracasados, y no coopera exactamente a que tengamos puntos en común. Además, conforme avanzas en edad, los caminos de tus amigos divergen y tomas más conciencia de las cosas que deseas en la vida —una pareja estable, una familia, seguridad financiera, patrimonio, viajar, tener una marca personal, salud. Por no decir que las redes sociales no ayudan. Cada día te expones a imágenes muy cuidadas de tus amigos y conocidos. Agobia tanto tu colega de 15000 seguidores en Instagram hablando cada día de lo bien que está con su vida florida, como tu ex —que debería estar hundido en la miseria— hoy aquí, mañana allá y mejor que tú. Es normal que la envidia se siente a tu lado.
Definamos bien el tipo de envidia.
Está la envidia tipo “deseo estar en el estado en el que ella está ahora” y el tipo “ella tiene lo que yo no tengo, la odio» (y si ella rompiera con el novio sabes que te alegrarías). Por ello, cuanto más te preocupes con el éxito de tu amigo o su fortuna, más fácil te será caer en cuestionarte tu valía como persona, o la justicia de la vida —ya, la vida no es justa—. Cuidado porque esto te puede hacer actuar de forma ruda, distanciada o pasivo-agresiva.
Sin embargo, la envidia no tiene por qué crear problemas, este artículo está para decirte cómo.
Ten compasión de ti, eso es un hábito
Todo tiene una razón, y cada razón tiene una causa. Puedes tender a auto juzgarte como mala persona por cómo te sientes, cosa que te hará sentirte con ansiedad o peor, con vergüenza. En lugar de eso, ten compasión de ti, trátate con respeto y cuida tu lenguaje. Es importante que consideres tus experiencias como algo normal y válido. Sienta mal que eso que en el fondo deseas tanto esté en la manos de otra persona, y que esa otra persona sea tu amiga y no puedas evitar mirar. Los sentimientos encontrados son normales, puedes sentirte mal por ti y feliz por tu amigo a la vez. Es cuestión de asumirlo.
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Entre la envidia y la inspiración hay un paso.
Puedes quedarte en estado de celos o trabajar para mejorar tu vida contando con la gente que ves “mejor que tú” como referentes. Incluso si negocias con tu ego y lo dejas un poco de lado, puedes aprender de las otras personas lo que quizá tú no sabes para llegar adonde ellas están. Quién sabe. Lo importante es que tengas honestidad y un poco de franqueza.
Gratitud
Te puedes fijar en lo que no tienes, en lo que sí tienes, o en los dos. Puedes observar la historia de tu vida, hasta dónde has llegado, los eventos traumáticos que has tenido que superar, que ahora sabes cuánto vale cada euro, que sabes quién eres, que sabes comprar, que tienes una ética de trabajo. Apreciarte por conocer y asumir tu valor te ayuda a mantener la estabilidad interna.
Límites
En algunos casos te hará falta establecer límites para protegerte y proteger tu energía, al igual que tu amistad. No pasa nada por ser selectivos con los temas de conversación y actividades que realizamos con ciertos amigos, y elegir lo que os une en lugar de lo que os separa. Los límites pueden evolucionar, ojo. Pero es necesario que estén, y es fácil ponerlos, si sabes cómo.