Hablaré de algo que escuece, a pesar de todo lo que dicen en Internet: tu autoestima. ¿Te acuerdas? En 2023 se habla tanto de salud mental y storytelling que ya no se habla tanto de autoestima. Pero yo me acuerdo que de autoestima se hablaba con más pasión en los 00s (2001, 2002…). Después llegaron las crisis, se comenzó a hablar de liderazgo y se acabó el tema. Ahora se habla de salud mental, pero no es lo mismo.
Últimamente veo algunos leaders describiéndose en inglés como overachievers (cuidado, que la diferencia entre overachiever y workaholic a veces está solo en el nombre). Son gente extremadamente exitosa, muy sonriente, muy confident, pero que me hacen preguntarme cuándo considerarán su éxito como algo lo suficientemente bueno.
Hace unas semanas el mundo asistió a la noticia distópica de una mujer que murió en un call center en España pero sus compañeros siguieron trabajando forzados. No hacía falta amenazarlos con echarles. Todos los días hay jefes que parecen Miranda Priestly, incapaces de apreciar lo bueno, pero dramáticos ante todo lo demás. Además, en algún lugar hay algún millennial agobiado que se entregó demasiado a su trabajo, pensando que invertía en su carrera. Con el discurso de que el servicio tiene que salir perfecto, hay jefes que amenazan con echar a todos los junior si el proyecto no se entrega mañana, jefes que si no te gritan no te han hablado y jefes que no pueden escuchar porque hacerlo es un acto de debilidad y gente que predica el fake it till you make it, creo que necesitamos ir a la base.
Si tu equipo está al borde del colapso, mejor lee este artículo.
La autoestima es la estima de ti mismo. Y la estima es, como su propio nombre indica, una estimación
Es la estimación de la diferencia entre lo que crees que eres y lo que sueñas ser. Por tanto, cuanto mayor es la distancia entre lo que crees que eres y lo que sueñas ser, más baja tendrás la autoestima.
10 segundos de descanso.
Por eso hay tanto lío. Y si juntamos personas altamente autoexigentes con management y con baja autoestima, bomba. Si juntamos eso a lo que una persona cree que necesita hacer en su día a día para que se la respete/se la obedezca (en realidad, llegar a ser lo que ella sueña ser), vemos toda clase de acciones de esas que hacen que los jefes no sean la persona a la que más se quiere en una empresa. Tu autoestima no es algo que le importe a la gente que trabaja contigo, pero sabes que afecta directamente a tu desempeño como manager. Y, aunque escueza, no puedes huir de ella. Así que de líderes es mirarla a la cara… y llevarse bien con ella.
Y con calma, que ahora mismo lo queremos todo rápido e instantáneo. Por eso proliferan las recetas instantáneas, esas que la gente compra porque prometen darte el resultado sin que tú tengas que hacer el trabajo. Según Christophe André y François Lelond, la autoestima se basa en tres pilares: amor propio, autoimagen y autoconfianza.
Amor propio: el amor propio es cuando tus necesidades son coherentes con tus valores, y tú las respetas satisfaciéndolas regularmente. Como gestor de un equipo, o de tu vida, el amor propio se construye primero, teniendo esto claro: qué necesidades tengo y qué valores tengo.
Imagen propia: cómo te hablas, y cómo te ves. Esta parte no gusta a algunos, y de esta parte huyen los que creen que por vestirse de una manera, hablar de una manera o intimidar ya lo han logrado. Cierto es que si no te gusta tu imagen puedes construir otra… y que verte guapo ayuda. No obstante, en este mundo en el que a uno se le puede comprar con los resultados de una búsqueda de Google es importante asumir que no podemos ser todos iguales. Pero lo que sí podemos hacer es desarrollar unas formas y una manera de presentarnos al mundo coherente con nuestros principios, y lo que queremos lograr —dentro de la honestidad—.
Confianza en ti: Equivocarte (a menos que estés en un lugar donde se te exija perfección y no te puedas equivocar porque tus fallos impliquen grandes destrozos) es humano. No siempre “no pasa nada”, de hecho “sí pasa algo”. Lo importante es que haya solución. Antes de practicar las power poses, conviene:
- Aprender continuamente. Nadie lo sabe todo, y nadie tiene por qué saberlo todo. Yo digo que el éxito ya no tiene secretos, sino claves, y una de ellas es el feedback.
- Habituarse a escuchar las críticas sin que estas te enerven —tú sabes cuándo aceptas una crítica realmente y cuándo dices que la aceptas, sonríes, pero esa sonrisa es más tensa que un cable apunto de romperse—.
- Aprender a comunicar, argumentar, expresarse, poner en contexto. Por suerte o por desgracia, se nos entiende cuando nos hacemos entender.
- Primar la salud y la organización.
- Añadir la eficiencia a la lista de valores. Pero dar las herramientas para que se consiga.
No compres todo lo que veas en LinkedIn, o en Instagram. O en los congresos a los que va mucha gente: hay mucho postureo. Nadie es perfecto, y la autoestima es un asunto que nos toca a todos. Pero como en los presupuestos: si no puedes permitirte algo, no te lo compres: mejor ahorra. En el liderazgo igual: si no puedes permitirte liderar como Obama, no finjas ser Obama. Mejor desarróllate, aprende, fórmate, crece.
Artículo publicado originalmente el 12/11/18