¿Qué sentido tiene lo que estoy haciendo y cómo estoy viviendo mi vida?
¿Voy a seguir así siempre? ¿Es esto lo que quiero?
Este pensamiento puede venirnos en cualquier momento. Conviene no esperar a que nuestro estado de ánimo esté marcado por la desesperanza o la falta de entusiasmo para poder enfrentarnos a estas preguntas. Desde que nacemos nos vamos haciendo una identidad que en muchas ocasiones no concuerda con la realidad. A lo largo de nuestra vida las emociones y estados de ánimo van marcando nuestro camino y decisiones, y muchas veces olvidamos quiénes somos y que queremos, ya que nos hemos adaptado y acostumbrado a la identidad que nos hemos creado.
Para ser conscientes de nuestra realidad, para valorar las emociones que suman y dejar las que restan y nos hunden debemos entrenarnos y actuar constantemente.
Cualquier momento es bueno para plantearse y ver si me he instalado en una zona de aparente confort o realmente tengo lo que quiero y soy feliz. Ahora que volvemos de las vacaciones, que hemos convivido en familia, amigos, pareja, que hemos olvidado —si hemos podido— las rutinas profesionales, ahora es un momento tan bueno como cualquier otro para empezar a ejercitar nuestra mente y ayudarnos ver si somos quienes realmente queríamos ser o no.
Puede que sea necesario que empecemos a chequearnos y reinventarnos a nosotros mismos.
¿Cómo empiezo? Primero repasando y buceando en nuestro estado de ánimo.
¿Cómo me siento? Alguno puede tener relaciones con personas que no son lo que realmente quería, proyectos que no pensaba fuesen lo que son y le superan, sentir que aspiraba a algo más y se ha estancado, etc.
Podemos sentir que todo lo que nos llevó y acompañó hasta este momento preciso, parece que pierde el significado, y por ello sentimos una necesidad apremiante de salir de donde estamos para emprender algo distinto. Puede que el significado que le demos a nuestra situación sea simplemente el sentir que aspirábamos a sentirnos mas valiosos y que aquello por lo que luchamos durante años, a lo que nos dedicamos con esmero, parece caerse como un castillo de naipes.
Como ves, repito constantemente la palabra sentir, y es que nuestra vida es así, sentimiento, emociones, y debemos aprender a manejarlas para que no nos dominen a su antojo. Mala gestión podría ser ver solo las derrotas de la vida, pensar que he hecho todo lo que he podido para sacar adelante mi familia, mi trabajo mi vida y al final sentir que todo mi esfuerzo no ha valido la pena. Al final el sentimiento que impera en mí será el sufrimiento, la ansiedad, la inquietud. Si este sentimiento se prolonga llegaré a tener un estado de ánimo por los suelos del que me será difícil salir.
¿Cómo sigo? Con una estrategia.
En este entrenamiento necesitamos buscar una estrategia mental. A lo mejor ya la teníamos, pero puede ser un buen momento para cambiarla, para convencernos de que tenemos capacidad para buscar una solución que tiene que pasar por la motivación. Y con ello vendrá el autodominio, la sabiduría, la empatía y el propio liderazgo entre otras virtudes.
Con otra perspectiva tenemos que aprender a que el sufrimiento, como estado de ánimo, es una opción y que nuestra naturaleza presenta multitud. Hay distintas formas de ver la vida.
Ahora, una vez que me pongo a pensar y valorar, me puedo preguntar: ¿Me quedo como estoy, sin horizonte, anclado y me resigno a que mi vida se vaya apagando por inanición, o empiezo a volar y a soltar lastre y me arriesgo a experimentar la altura y el aire en la cara?
Ese algo que empuja para salir de donde nos encontramos varía según cada uno. Tomar la decisión de cambiar implica a menudo provocar rupturas, confusión y sufrimiento, y casi seguro entrar en crisis. Es verdad que no sabemos lo que nos espera después de ese cambio, esa inquietud puede provocar falta de fuerza interior. Pero, desprenderse de lo que nos daña y empequeñece es lo que libera, fortalece y nos hará grandes.
Pensad que a determinada edad muchos se dan cuenta de que no viven su vida, o que la que tienen no es la que desean. Quieren dejar el trabajo que llevan haciendo durante años y dedicarse a otra cosa, o formarse en otros ámbitos profesionales. O bien dejan a su pareja y se van solos o con otra persona. Esta realidad no es exclusiva de nadie, nos puede pasar a todos y lo que en el fondo se necesita es un cambio radical.
Se necesita buscar lo que realmente se quiere ser para serlo.
Como somos un manojo de emociones y sentimiento debemos entrenarnos en lo físico y en lo mental, para trascender de la identidad que tenemos y confundimos con la realidad que tenemos. No es fácil al principio, hay que entrenar.
Estoy de acuerdo contigo, hay que sentir. Pero creo que muchas veces no sabemos identificar esos sentimientos. Pero para mí, lo más complicado, es descubrir qué quieres. Esto además abre una puerta enorme, porque bajar a la tierra de las realidades eso, es otro paso que resulta a veces tremendamente complicado. (puedo querer la paz mundial, pero convertir ese gran objetivo en pasos reales, darles forma y llevarlos a cabo….uf).
Me ha encantado en artículo .