Esta frase es muy americana, por qué la estaremos importando. La oí mucho en 2014, cuando una amiga de Estados Unidos parecía no tener otra cosa mejor que decir cuando le preguntaba cómo estaba. I’m busy era lo básico, ni siquiera un I’m fine, thank you. Sonriendo, por supuesto. Esther, I’m crazy busy, era para cuando se venía arriba. Yo no me tragaba esa milonga. Y hoy, que yo misma estoy más ocupada que en 2014 y tengo un bullet journal, menos todavía.
La volví a oír en 2015, 2016, 2017. La vuelvo a oír en 2018. La diferencia es que cada vez que alguien me responde I’m busy antes de “estoy bien” se cae un iPhone X al suelo. Me responden “estoy ocupado”, “estoy súper liada”, como cuando éramos pequeños y no podíamos salir a jugar porque estábamos castigados, como si decir que están ocupados les eximiera de toda responsabilidad. “Oh, estoy ocupado siempre, soy huevo pocho*”.
Nos hacemos mayores, y es normal que nuestras agendas se llenen de citas, eventos, ocupaciones, obligaciones, hijos, más citas, más responsabilidades… la lista seguirá. Pero seamos serios, no estamos taaan ocupados como para que eso sea nuestra tarjeta de presentación diaria. Estoy con gente que tiene familias grandes, varias empresas, viajes, responsabilidades, etc, y siempre saca tiempo. Saca tiempo para una llamada, un correo o un mensaje, si no hay forma de verse. Veo gente que no tiene ni la mitad de eso, y tiene más agobio y comportamiento de diva que ocupación en sí.
Decía Emma que es paradójico que, en la sociedad más conectada de la historia, más difícil nos sea conectar. A ver (aviso a los divos): todos, todos, estamos ocupados. Siempre. La diferencia está en lo que decidimos hacer con nuestro tiempo. Y con nuestra interpretación de lo que pone en nuestra agenda. Si lo dejamos, la ocupación tiene una entropía espectacular: crece, crece y ocupa todo, sin control. Y no es precisamente algo que nos dé permiso para vivir. En las relaciones humanas sucede lo mismo: podemos acabar recluidos, sin amigos y sin vida si falta orden a la hora de organizarnos.
Es posible que I’m busy les sirva a algunos de escudo intencionado para no hablar con quienes no quieren hablar, o para cortar conversaciones. Pero si esa no es nuestra intención, y queremos que se nos vea como gente sociable y amable, evitemos responder con una traducción del I’m busy. Sobre todo si no vamos a dar opciones. Porque de lo contrario es probable que la otra persona te responda “pues ya no te ajunto”** para sus adentros. Imaginaos qué fue de mi amiga. Por otro lado, responder que estás ocupado no te hace ascender en la vida. Que los hay que aman competir con los demás para ver quién está más ocupado.
Por favor, demostremos que tenemos el control sobre nuestra vida. Huyamos de los lugares comunes. Pongamos orden. Al menos en la forma de expresarnos. Hay respuestas más creativas de responder y que dan pie a conectar más; no sé, un «soy un hombre con deseos de libertad», «aquí, pesando en formas de hacerme rica», «Me toca cerrar el mes, dónde están esos robots de los que tanto hablan» … Lo que es cierto es que queremos conectar. Queremos tender puentes. Queremos ser felices. «Estoy ocupada» no es una frase que os hará felices.
*»Ser huevo pocho»: en los juegos de niños, tenías la condición de huevo pocho cuando jugabas con los mayores. Podías jugar siguiendo la rutina del juego, pero no podías ligarla. Vamos, que tenías todos los derechos pero no tenías deberes.
**»Ya no te ajunto»: expresión que de niños usábamos. Significa que «me he enfadado contigo y ya no soy tu amigo». Era una amenaza real, ojo.
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