Suele ser siempre igual, te comunican una decisión, te coge por sorpresa y no sabes muy bien el motivo; pero no te gusta nada. Te sienta fatal y no puedes parar de darle vueltas.
A todos nos ha pasado. Aquí va un ejemplo real:
- Roberto, lo siento mucho, pero al final han decidido cambiar el diseño que hiciste de arriba abajo.
- ¡¿Qué dices tío?! ¿Cómo que lo han cambiado? ¿Qué pasa que después de estos dos años ya no les vale? ¡Si hice exactamente lo que me dijeron que hiciera! ¡Es justo lo que pedían!
- Ya, pero ¿qué quieres hacerle? Nos pidieron ese diseño, lo hicimos, lo cobramos y ahora es suyo…
- ¡Hijos de p**a! ¡La madre que los p**ó! ¡No lo entiendo! ¿Por qué?
- No sé, supongo que han cambiado de opinión…
- Pero si estaba genial, les encantaba… ¿Tú sabes lo mucho que me costó hasta llegar a esa solución? ¡No lo entiendo!
Se trata de una situación en la que me vi involucrado ya hace muchos años. La pregunta es ¿por qué nos afecta tanto cuando sucede algo así?
Si lo piensas no tiene mucho sentido, tu trabajo se hizo, te pagaron y ya no te pertenece; pero aún así, te afecta. Creo que sé por qué: el ego. Es tu ego el que no acepta ese cambio. Te estás posicionando por encima de la obra/trabajo, te encallas y no puedes avanzar emocionalmente.
Sí, ego. Piénsalo. De manera racional no hay nada que reprochar sin embargo, te afecta emocionalmente mucho más de lo que debería. Personas de tu entorno suelen ver que estás reaccionando de manera exagerada. Es más, muchas veces incluso modificas la historia para que tenga cierto sentido y así ganar empatías; pero sabes que no. En el fondo, sabes que te quejas irracionalmente. Simplemente te molesta, sigues esa emoción porque en el fondo te hace sentir importante.
Piénsalo bien. En situaciones así, ¿qué tipo de pensamientos vienen a tu cabeza?
- ”¿Cómo no me avisan de que lo iban a cambiar?”
- “Y si querían cambiar, ¿por qué no me han pedido a mí una nueva propuesta?”
- “¿Ya no les gusta mi trabajo?”
- “¿Han encontrado a alguien mejor que yo?”
- “Qué maleducados, mira que enterarme por un tercero…”
El común denominador es el “yo”. Si se trata de algo cerrado que pasó hace tiempo, ¿te deben algo? Es alucinante el apego que uno tiene con trabajos que has hecho para otro. ¿Qué más te da que alguien cambie algo que hiciste, si no vas a ver un euro más de eso? ¿A caso importa que haga lo que quiera con su propiedad?
Lo importante aquí, es pensar en utilidad. ¿Es útil que me queje? ¿Gano algo más allá del Óscar a la mejor actuación dramática? Si hay algo mal por parte de esa empresa/persona, actúa. Si no hay nada malo, pasa a lo siguiente. No te encalles. Cada vez que pases por una situación así, está bien, enfádate; pero al cabo de un rato piensa: ¿Gano algo con este enfado o pierdo el tiempo?